Hola che.

 

Fue largo el camino pero corto el tiempo que la vida me regaló con vos. Y aunque ya no recuerde tu voz y solo pueda ver tu sonrisa en fotos viejas, te siento tan presente como cuando me cargabas en brazos.

Ese tu “hola che” de todos los días se quedó grabado en mi alma como un tatuaje. Es increíble como un simple saludo se convirtió en la memoria más preciada que tengo.

Tanta gente se preocupa por ser “alguien” en la vida, para poder así ser recordados. Si tan solo supieran que lo que importa siempre será lo que transmiten con un saludo, un abrazo, o hasta una sonrisa. Así de sencillo.

Algún día volveré a verte, de eso estoy segura. Y seré yo quien te diga “hola che, tanto tiempo”.

Dedicado a mi abuelo, Josef Knize.

 
Para el almaStephany Knize