No digás “después” porque
después el café se enfría,
después se va el día,
después la gente envejece,
después el tiempo desaparece,
después el interés se pierde,
después cuándo recuerde,
hemos vivido ausente;
y uno después, se arrepiente.
Solo sabes con certeza una cosa en la vida: dónde has estado y lo que cada lugar te ha regalado.
Nuestros caminos se unen y luego se rompen, y solo podés esperar que te lleven de regreso a tus seres queridos, las personas que amás.
Y que lindo es llegar a entender, y sencillamente darse cuenta, que es ese mismo camino el que te brinda la felicidad más pura y sincera.
Fue largo el camino pero corto el tiempo que la vida me regaló con vos. Y aunque ya no recuerde tu voz y solo pueda ver tu sonrisa en fotos viejas, te siento tan presente como cuando me cargabas en brazos.
Ese tu “hola che” de todos los días se quedó grabado en mi alma como un tatuaje. Es increíble como un simple saludo se convirtió en la memoria más preciada que tengo.
Tanta gente se preocupa por ser “alguien” en la vida, para poder así ser recordados. Si tan solo supieran que lo que importa siempre será lo que transmiten con un saludo, un abrazo, o hasta una sonrisa. Así de sencillo.
Algún día volveré a verte, de eso estoy segura. Y seré yo quien te diga “hola che, tanto tiempo”.
Dedicado a mi abuelo, Josef Knize.
Tanto que te quise decir. Tanto que deseaba abrazarte. Tantos momentos que faltaron compartir.
Duele entender que el tiempo corre y no espera a nadie. Duele tanto pensarte, entender que ya no estas, que no volveré a escuchar tu voz. Perderte fue y será siempre muy difícil de aceptar.
Lo que hubiese dado por verte más animada. Por verte sonreír una vez más, para saber que no estabas sufriendo. Como me hubiese gustado poder cambiar tu sentir, que tu respuesta cansada se convirtiera en una risa acogedora.
Esa sonrisa piadosa que con ternura aliviaba cualquier angustia. Siempre fuiste una luz en mi vida, la que brillaba con más fuerzas. Pero ahora solo me queda disfrutar de lo hermoso que es volver a verte en cada amanecer.
Dedicado a mi abuela, Nelly Nogales.