¿Mujer, acaso no te han dicho que debes ser educada? Decí gracias y perdón, incluso cuando el recibidor no lo merezca. Decilo igual, porque acordate que tenés que ser educada. Portate como señorita. Sentate bien. No hablés así. No te enojés. ¿Dónde te dijeron que se ve bien una mujer que diga malas palabras? Tragatelas.
Si estás triste, sonreí. No importa si fingís tu sonrisa, nadie quiere una mujer amargada. Si estás enojada no lo demostrés, te vas a arrugar. Cuidá tu piel, tenés que estar impecable.
Te hablo a vos, la que al leer esto sacudió la cabeza con negación y frunció el ceño con frustración. A vos te hablo mujer, porque sabes bien tu valor y te felicito por ello.
Las mejores lecciones las aprendemos con errores y así te vas dando cuenta que está bien no ser una mujer perfecta.